jueves, 8 de enero de 2009

UNA ANÉCDOTA, UN POEMITA Y UNA DISCULPA

Dice el Jefe de Taller de la automotriz "Nissan Agrícola" que están muy enojados los señores Iragorri y sus empleados por las verdades que les endilgo en mis correos.

---¡Qué bueno! Si se sienten avergonzados de sus actos inmorales, quiere decir que todavía hay esperanzas y que mis escritos han tenido éxito.


Cierto: No han contestado ni una sola línea a mis diversas peticiones que he enviado por GMail, pero al menos ayer me llamó este señor para conversar conmigo sobre el tema.


Me dijo:

--- Si estuviera en mis manos, yo arreglaba el asunto del deducible del seguro. Pero si ahorita lo hago, me corren.


Siento, pues, que no perdí el tiempo para sostener la plática conciliatoria. Este honrado trabajador me ha dado la razón y, por lo pronto, con eso basta. Gracias por escucharme y darme sus respuestas.


Sí, valió la pena, pero con hondo sentimiento de frustración, expreso al señor Lic. Sanders, Delegado de la Condusef-- quien me anima a visitarlos cuánto antes para dilucidar la acción que proceda-- mis más sinceras disculpas por no haberlo hecho hasta hoy, primero, por razones de salud, y luego porque cuando me dirigía a sus oficinas, ayer, me llamó por mi celular, este señor ingeniero. Acudí a su cita a sabiendas de que no podría hacer nada pero había que agotar todas las instancias y escuchar la posición del concesionario.


Un blogger español expresó en verso su condena a la truhanería o, como lo puso directamente, en contra de "los pillastres que chupan la sangre como pulgas". Siguiendo su ejemplo, aquí les dedico este poemita a los iracundos, ira¡qué?, que ya empiezan hasta "conminar me"...



Cuando el mar lleva incansablemente oleajes a la playa,
y el sol calienta la arena de la Playa de Hornos,
este lugar se convierte en rigurosa cría de pillastres,
en proliferación de tipejos con infinidad de lastres,
seguros de estar más lejos de las rejas carceleras

que del “merecido” fin de semana en la Costera.




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